Notas: Winterfell

Los muertos marchan hacia el sur... por fin


Nada dura para siempre. Y lo digo no solo por la angustiosa espera de 20 meses para ver, por fin, el inicio de una nueva “noche larga”, o a los muertos marchar hacia el sur, sino de años de amistades y familias separadas. De vidas destruidas. Hay una sensación de culminación (o de estar cerca del final, en todo caso) de una historia, pero sobre todo de lo mucho que ha costado llegar hasta aquí, no solo a los personajes que tenemos en la pantalla, sino a nosotros también. Somos parte de la aventura. Y es bueno señalar que el tiempo transcurrido (no solo en la ficción, sino en la vida real) juega un rol importante en nuestra apreciación de lo que vemos. Game of Thrones no es una serie para maratonear en un par de semanas, y lo noté mucho en mi preparación con miras al estreno de la 8va temporada. No es posible ver a Arya corriendo detrás de una paloma un día, y una semana después saltar al río después de que ser apuñalada. Es cierto, GOT nunca se ha guardado los golpes, pero hay sensaciones que son clave para el espectador en ciertos episodios que no se pueden tener sin un buen tiempo de separación. Si recién entras a la serie, lo siento, te recomiendo que la veas despacio, con el mayor espacio posible, y si puedes, varias veces cada episodio. Esta serie se tiene que sufrir tanto como disfrutar. 

 Comentaba con unos amigos antes de ver el episodio, que por la corta duración de esta última temporada esperaba un poco más de evolución de la historia en el estreno, y no solo movimiento de fichas, como en la temporada anterior. Y aunque en su mayoría es eso lo que nos han dado, la revelación del secreto de Jon por parte de Sam es algo que promete (porque todavía no hace nada) mover la historia hacia alguna dirección poco previsible, especialmente la reacción que pueda tener Dany con la noticia. Sin duda algo inesperado (por lo rápido) que le aumenta un poco la valoración al episodio, porque casi todo lo demás era previsible (especialmente los encuentros). 

Algunas buenas notas: 
  • ¡Jon y Arya! El encuentro más esperado por todos los fans no podía salir mal, así tuviéramos dos malos actores. Lo curioso es que no se sintió tan emotivo como el encuentro entre Jon y Sansa, tal vez, porque lo anticipamos mucho.
  • Arya y The Hound, es como si padre e hija que se llevan mal se encontraran en una fiesta familiar por navidad. No podía ser de otra forma. 
  • El niño Umber gritando y prendido en fuego. Susto, de los buenos. 
  • Todas las referencias a los primeros episodios son regalos a los fans. GOT es una serie con tantos personajes y tanto detalle que es muy probable que el espectador casual no haya podido captar todas las que pusieron, desde la música cuando llegan Jon y Daenerys, algunas frases (“Winterfell is yours, your Grace”) hasta el paralelismo entre algunas escenas (el niño escalando el árbol). Eso sí, la madre de todos los reencuentros fue el de Bran con Jaime. Dudo que el final del kingslayer sea ser ejecutado como Littlefinger, pero será interesante ver cómo lo reciben. 
Me hubiese gustado: 

  • Ver la marcha de los muertos. Entiendo que el presupuesto es limitado, pero hay una invasión en desarrollo y nuestros héroes están felices de la vida (bueno, casi), reencontrándose y contando historias a pocos kilómetros de distancia. La casa de los Umber fue un buen toque, aunque insuficiente. 

No fue el episodio que esperaba, en lineas generales, pero tiene algunas cosas buenas. ¡No podía ser de otra forma, estamos comenzando! No debemos desesperar. Valar morghulis. 

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